Después de acabar mi primera novela he empezado a trabajar en la creación del libreto de un musical. Ya había trabajado y representado versiones muy modestas de West Side Story, Cabaret y El fantasma de la Ópera y consideraba que el musical sólo estaba al alcance del artista total (músico, compositor, libretista, director). Nunca pensé que me atrevería a acercarme a este tipo de espectáculo, pero, por razones que no puedo explicar para no gafar la idea, me he visto envuelto en la creación de un espectáculo musical que me ilusiona. De momento me estoy preparando lo mejor posible para intentar escribir un libreto digno. Y espero encontrar un compositor o un director que le interese la historia para que juntos podamos hacer realidad el musical. Sé que este proyecto es una osadía, pero estoy en un buen momento creativo y necesito retos.

Stephen-Sondheim

No dejo de buscar materiales sobre teoría del musical y, hasta ahora, uno de los autores que más he aprovechado ha sido Tomás Axel Castellanos, profesor del Tecnológico de Monterrey, México. Un párrafo de su tesis recoge dos de los principios que me están ayudando a entender qué es un musical:

“La información recibida no es racional o discursiva; se dirige al hemisferio derecho del cerebro y al inconsciente. El musical tiene la facilidad de convertirse en un culto o en una forma de arte memorable, pues apela a la emoción antes que a la razón,”

Las canciones no son poemas. Son historias con principio, medio y final.” (lo del subrayado en negrita es cosa mía para tenerlo presente en todo momento).

Crear canciones es la parte más difícil del musical. Las canciones tienen que empujar la historia. A veces, cuando canturreo una canción, que me ha costado seis horas de trabajo el día anterior, y noto que aquello empantana el espectáculo, es que te dan ganas de… ¡A trabajar!

Mientras estudiaba la técnica y los recursos del musical, he ido visualizando, y varias veces, los grandes musicales, desde Moulin Rouge, Cabaret,  Los productores de Mel Brooks y otros.  Entre ellos descubrí Passion (1994), de Stephen Sondheim, uno de los más grandes creadores del musical (él fue el libretista de West Side Story). Cuando analizaba la obra Passion (cuatro veces la he estudiado) me enamoré del género. Había entrado en el musical para tantear y me atrapó. Sentir cómo fluye la historia a través de las canciones, cómo sostienen la emoción en todo momento, es un placer inigualable.

Passion es una historia que sucede en 1863, el periodo de reunificación de Italia. Giorgio es un oficial del ejército enamorado de Clara, una mujer casada de la alta burguesía. Pero su felicidad dura poco, ya que Giorgio es destinado a un campamento militar lejano. Allí conocerá a Fosca, hermana del oficial superior de Giorgio. Se trata de una mujer enferma y nada atractiva. Fosca se enamora obsesivamente de Giorgio, y aunque en un principio él la rechaza, acaba sintiendo por ella el amor más sincero y auténtico que jamás había vivido.

El modesto libreto que estoy creando está movido por dos premisas:

. ¿La música popular hace avanzar la mejora de las libertades individuales o refuerza el sistema sexista y machista de cada época?

. ¿El arte redime a los/as artistas por encima del mensaje?

La primera premisa me permite analizar las letras de las canciones más populares desde los cuarenta a la actualidad. Y la segunda es un pretexto para descubrir el camino tortuoso por el que anduvieron y andan algunos/as artistas.

Me gustaría invitarles a compartir la experiencia de ver y escuchar el gran musical de Stephen Sondheim.

Disfruten de PASSION.