Si simplificamos los conceptos y consideramos que la filosofía analiza e interpreta la realidad para intentar encontrar respuestas a nuestras dudas existenciales, y que la literatura es ficcionar o crear una realidad para el disfrute intelectual, el objeto de este artículo es intentar encontrar si hay ficción en la obra de los siguientes pensadores, Arthur Schopenhauer (1788-1860), Karl Marx (1818-1883), Nietzsche (1844-1900) y si hay reflexiones filosóficas en la literatura de estos narradores, Marcel Proust (1871-1922), Franz Kafka (1883-1924) y Borges (1899-1986); todo ello para acercar la filosofía al lector de ficción y, a la vez, probar que la filosofía abunda en la literatura de estos grandes narradores. He elegido estos seis autores por su renombre.

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Arthur Schopenhauer (1788-1860) en su obra  El amor, las mujeres y la muerte tiene momentos de pura literatura

Schopenhauer pensaba que los humanos nos relacionamos en la pareja siguiendo la naturaleza, la especie y no la individualidad (la razón). Como especie la relación hombre y mujer es para continuar la especie; por lo tanto el amor es una creación del individuo según la cultura. Después del sexo, decía el filósofo, viene la frustración porque el sexo no tiene la menor trascendencia. Llega a decir que los matrimonios de conveniencia no sufren de melancolía ni decepción porque no fantasean con el amor.

“Si el espíritu de la especie, que dirige a dos amantes sin que lo sepan, pudiese hablar por su boca (y expresar ideas claras en vez de manifestarse por medio de sentimientos instintivos, la elevada poesía de tal diálogo amatorio, que en el actual lenguaje sólo habla con imágenes novelescas y parábolas ideales de aspiraciones infinitas, de presentimientos de una voluptuosidad sin límites, de felicidad inefable, de fidelidad eterna, etc.,) se manifestaría en la siguiente forma:

“DAFNIS.-Quisiera regalar un individuo a la generación futura, y creo que tú podrías darle lo que a mí me falta.

CLOE.-Tengo la misma intención, y creo que tú podrías darle lo que yo no tengo. ¡Vamos a ver un momento qué le damos!…

DAFNIS.-Yo le doy elevada estatura y fuerza muscular: tú no tienes ni una ni otra. CLOE.- Yo le doy bellas formas y menudos pies: tú no tienes ni éstos ni aquellas. DAFNIS.-Yo le doy fina piel blanca, que tú no tienes.

CLOE.-Yo le doy cabellos negros y ojos negros: tú eres rubio.

DAFNIS.-Yo le doy nariz aguileña.

CLOE.-Yo le doy boca chiquita.

DAFNIS.-Yo le doy valentía y bondad, que no podrían venirle de ti.

CLOE.-Yo le doy hermosa frente, ingenio e inteligencia, que no podrían venirle de ti. DAFNIS.-Talle derecho, bella dentadura, salud sólida: he aquí lo que recibe de nosotros dos. Realmente, los dos juntos podremos dotar de perfecciones al futuro individuo; por eso te deseo más que a ninguna otra mujer.

CLOE.-Y yo también te deseo”.

Página 62 de El amor, las mujeres y la muerte.

Al estudiar a Marx (1818-1883) llegué a las siguientes conclusiones

 

Primera conclusión

Al analizar su obra La miseria de la filosofía, que es una réplica a la obra de Proudhon (filósofo y anarquista, 1809-1865) La filosofía de la miseria, podemos ver que es literatura aunque utilice términos de filosofía económica:

“¡Henos en el corazón mismo de Alemania! Vamos a hablar de metafísica, al tiempo que discurrimos sobre economía política. También en este caso no hacemos sino seguir las “contradicciones” del señor Proudhon. Hasta hace un momento nos obligaba a hablar en inglés, a convertirnos hasta cierto punto en un inglés. Ahora la escena cambia. El señor Proudhon nos traslada a nuestra querida patria y nos hace recobrar por fuerza nuestra calidad de alemán. Si el inglés transforma los hombres en sombreros, el alemán transforma los sombreros en ideas. El inglés es Ricardo, acaudalado banquero y distinguido economista; el alemán es Hegel, simple profesor de filosofía en la Universidad de Berlín. Luis XV, Ultimo rey absoluto y representante de la decadencia de la monarquía francesa, tenía a su servicio un médico que era a la vez el primer economista de Francia. Este médico, este economista, personificaba el triunfo inminente y seguro de la burguesía francesa. El doctor Quesnay hizo de la economía política una ciencia; la resumió en su famoso “Cuadro económico”. Además de los mil y un comentarios que han sido escritos sobre este cuadro, poseemos uno debido al propio doctor. Es el “análisis del cuadro económico”, seguido de “siete observaciones importantes”. El señor Proudhon es un segundo doctor Quesnay. Es el Quesnay de la metafísica de la economía política. Ahora bien, la metafísica, como en general toda la filosofía, se resume, según Hegel, en el método. Tendremos, pues, que tratar de esclarecer el método del señor Proudhon, que es por lo menos tan oscuro como el Cuadro económico de Quesnay. Con este fin haremos siete observaciones más o menos importantes. Si el doctor Proudhon no está conforme con nuestras observaciones, eso nada importa: puede hacer de abate Baudeau y dar él mismo la “explicación del método económico-metafísico”.  

Página 67 de La miseria de la filosofía

Fragmentos así los hay a lo largo de toda la obra. Proudhon y Marx podrían ser dos personajes de una novela sobre el enfrentamiento de dos hombres celosos de su pureza ideológica.

 

Segunda conclusión

Al leer el Manifiesto Comunista no se puede decir que sea literatura, pero sí propaganda, y eso también es una forma de ficción prospectiva. Una ficción que acabó convirtiéndose en dura realidad. Intentaré explicar por qué lo creo:

Los partidos comunistas y socialistas al principio del S. XIX pidieron a Marx y Engels que escribieran un manifiesto para llamar a la lucha del proletariado por sus derechos (Manifiesto Comunista 1848). Basándose en la idea de que la lucha de clases es el motor de la historia y, por lo tanto, si el proletariado logra apoderarse de los medios de producción (se supone que por la fuerza, que es la única forma) se conseguiría la igualdad y la justicia social. Al constatar las consecuencias que este manifiesto ha tenido y tiene para la humanidad me llevó a la siguiente reflexión: si entendemos que los filósofos analizan, cuestionan y mejoran cada idea, que a su vez será cuestionada por el siguiente filósofo, o lo que es lo mismo, si las ideas tienen que fluir, ¿por qué los filósofos han de proponer cambiar la realidad imponiendo una idea que posiblemente va a ser cuestionada por ellos mismos? Si se frena el análisis filosófico de una idea, para ponerla en práctica (manifiesto comunista), ésta se convierte en un dogma. Los filósofos no están para crear dogmas, porque los dogmas sólo los puede poner en práctica un líder destructivo para satisfacer su ansia de poder. Está claro que sin liderazgos no habría asociaciones, empresas, comunidades, sociedades, estados, pero si estos son regidos por un pensamiento libre (la democracia) entonces predominan los liderazgos constructivos, y si son regidos siguiendo un pensamiento dogmático predominan los liderazgos destructivos. Por ejemplo, en una sociedad sin clases los líderes destructivos acaban dominando todos los estamentos y, en una sociedad democrática, la mayoría de los estamentos son regidos posiblemente por los mejores líderes. ¿Eso quiere decir que los filósofos son un riesgo para la sociedad porque pueden crear dogmas? No, también son la inspiración de los grandes cambios sociales. La grandeza de las ideas propuestas por los pensadores se normaliza a través de la política, de la música, del cine, de la literatura, que influyen y mejoran nuestras costumbres.

Contrariamente a lo que proponía Marx: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos al mundo, de lo que se trata ahora es de transformarlo”,

Nietzsche clama por que “el hombre aprenda, ante todo, a vivir”, y por que “no utilice la historia más que para ponerla al servicio de la vida”.

 

Así habló Zaratustra, de Nietzsche (1844-1900), es la obra que más cerca está de la literatura

Así habló Zaratustra es una mezcla de cuenta cuento y performance teatral. Zaratustra es un profeta que va adoctrinando al pueblo con decenas de sermones. Son discursos alegóricos e irónicos.

“Un día en que Zaratustra estaba atravesando el gran puente lo rodearon los lisiados y los mendigos, y un jorobado le habló así: «¡Mira, Zaratustra! También el pueblo aprende de ti y comienza a creer en tu doctrina: mas para que acabe de creerte del todo se necesita aún una cosa ¡tienes que convencernos primero a nosotros los lisiados! ¡Aquí tienes ahora una hermosa colección, y, en verdad, una ocasión que se puede agarrar por más de un pelo! Puedes curar a ciegos y hacer correr a paralíticos; y a quien lleva demasiado sobre su espalda podrías sin duda también quitarle un poco: ¡éste, pienso yo, sería el modo idóneo de hacer creer a los lisiados en Zaratustra!» Mas Zaratustra replicó así al que había hablado: «Si al jorobado se le quita su joroba, se le quita su espíritu. Y si al ciego se le dan sus ojos, verá demasiadas cosas malas en la tierra: de modo que maldecirá a quien lo curó. Y el que haga correr al paralítico le causa el mayor de todos los perjuicios: pues apenas pueda correr, sus vicios, desbocados, lo arrastran consigo. ¿Y por qué no iba Zaratustra a aprender también del pueblo, si el pueblo aprende de Zaratustra?”

Página 173 – De la redención, uno de los sermones de Así habló Zaratustra

Leer la filosofía como literatura es realmente un placer. La historia personal y las emociones de los autores también se reflejan en los pensamientos y las reflexiones infinitas en las que convierten sus obras.

Siguiendo esta tesis y aplicándola a la literatura intentaré demostrar si los siguientes  autores crearon pensamientos propios, si ilustraron el pensamiento de diferentes pensadores, o ambas cosas a la vez.

 

Proust (1871-1922) reflexiona en El tiempo recobrado sobre la decadencia de la clase aristocrática y el auge de la burguesía

 Su obra, En busca del tiempo perdido, son tres mil quinientas páginas en siete tomos de recuerdos y momentos que son evocados una y otra vez para condicionar su vida contemplativa debido a su enfermedad. La ensayista Flor Méndez, (Venezuela 1944), en su artículo sobre la obra En busca del tiempo perdido comenta: “El movimiento circular, regenerativo y perpetuo, de la obra de Proust, nos recuerda el concepto del universo de Nietzsche del “eterno retorno”.

En el último tomo, El tiempo recobrado, vive con nostalgia la decadencia de la aristocracia y el auge de la burguesía. Este tomo acaba con una reflexión sobre la literatura.

“Sin duda hay otros muchos errores de nuestros sentidos -hemos visto que diversos episodios de este relato me lo demostraron- que falsean para nosotros el aspecto real de este mundo… los pintores cuando pintan, muy cerca o muy lejos de nosotros, según las leyes de la perspectiva, la intensidad de los colores y la primera ilusión de la mirada nos los hagan ver, una vela o un pico que luego el razonamiento trasladará a distancias a veces enormes… representar a ciertas personas, no fuera, sino dentro de nosotros, donde sus menores actos pueden determinar trastornos mortales y hacer variar también la luz del cielo moral según las diferencias de presión de nuestra sensibilidad o cuando una nube de peligro, alterando la serenidad de nuestra certidumbre bajo la cual un objeto es tan pequeño, multiplica en un momento su magnitud; aun cuando yo no pudiera introducir estas mutaciones y otras muchas en la transcripción de un universo que había que dibujar de nuevo todo entero, al menos no dejaría de describir en él al hombre con la largura no de su cuerpo, sino de sus años, como si hubiera de arrastrarlos con él cuando camina, tarea cada vez más enorme y que acaba por vencerle.”

Página 310 de El tiempo recobrado

Habla de que los errores de los sentidos pueden falsear la realidad. Duda si su verdadera historia  es su relato o sus recuerdos. Ha contado su vida o la literatura es su vida

 

Kafka (1883-1924) cuenta en La metamorfosis cómo de repente el monstruo que va creciendo dentro del protagonista se materializa

La metamorfosis es un tratado sobre el sinsentido de la vida y la angustia de vivir. La influencia de  Schopenhauer es clara.

Los siguientes fragmentos son el principio y el final de Gregorio Samsa, un personaje que marcó una época como símbolo de la alienación, del dolor de ser olvidado, de la familia castradora:

“Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza veía un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo.”

Página 4  de La metamorfosis

“Pensaba en su familia con cariño y emoción, su opinión de que tenía que desaparecer era, si cabe, aún más decidida que la de su hermana. En este estado de apacible y letárgica meditación permaneció hasta que el reloj de la torre dio las tres de la madrugada. Vivió todavía el comienzo del amanecer detrás de los cristales. A continuación, contra su voluntad, su cabeza se desplomó sobre el suelo y sus orificios nasales exhalaron el último suspiro.”

Página 50 de La metamorfosis

El final tiene un halo melodramático que me ha sorprendido en esta relectura después de muchos años. Quizás Kafka avanzó la historia de su propio final. He descubierto demasiada melancolía en esta historia cuando la recordaba fría, desoladora y alejada. Sentir lástima de Kafka me ha ayudado evitar la sobreinterpretación a la que se ha sometido al autor.

 

Borges (1899-1986) reinterpreta el eterno retorno de Nietzsche en su Funes el memorioso

Borges ilustra una idea de Nietzsche en su cuento Funes el memorioso

Nietzsche dice: “Tanto las grandes dichas como las pequeñas son siempre creadas por una cosa: el poder de olvidar o, para expresarme en el lenguaje de los sabios, la facultad de sentir”.

Borges define el caso de Funes: “Había aprendido sin esfuerzo el inglés, el francés, el portugués, el latín. Sospecho, sin embargo, que no era muy capaz de pensar. Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer. En el abarrotado mundo de Funes no había sino detalles, casi inmediatos”.

Si los recuerdos permanecen intactos y no se pueden interpretar, como le pasaba a Funes, no se pueden utilizar como argumentos, por lo tanto no es posible el discurso.

Con este artículo sólo pretendo divulgar la filosofía proponiendo que nos podemos acercar a la filosofía tratándola como una ficción más y a la vez mostrar que la literatura también es una fuente de pensamientos. Los filósofos buscan su verdad con el saber, pero sin olvidar su historia, su personalidad, sus necesidades, que aparece en su obra, y ésa es la parte narrativa. Aunque hablen de lo humano y lo divino puedes percibir, su soledad, el desamor, la soberbia, el odio.

La literatura y la filosofía son necesarias para luchar contra los mitos y los dogmas.