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Otelo  La sonámbula

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Cuando hacía prácticas de maestro en el curso 73/74, en un barrio de Las Palmas de Gran Canaria, conocí a un profesor, de cuyo nombre no me acuerdo, que era aficionado a la ópera y me invitó a ver mi primera ópera en el teatro Pérez Galdós (¡cómo se lo agradezco!). Desde ese curso hasta hoy no he dejado de disfrutar del espectáculo más grande jamás creado (así es como he llegado a pensar hoy de la ópera). 

La ópera siempre ha sido un espectáculo caro, difícil de acceder,  pero los teatros antiguos tenían un espacio, en lo más alto, que era el “gallinero” (recuerdo que en ese gallinero antiguo nos sentábamos en tablones sin respaldo), donde los hijos del “pueblo” y los aprendices de burgueses comenzábamos a aprender a disfrutar, a precio módico, de una de las artes más completas de la historia.

La ópera es un espectáculo asociado a una clase minoritaria  y por eso no ha llegado a hacerse popular y, además, ni los medios, ni las escuelas se han preocupado de enseñar a disfrutarlo. Pero es muy fácil aficionarse a la ópera. Yo aconsejo que la primera experiencia sea en vivo y llevando la trama muy bien estudiada para no perderse (las réplicas de los actores van apareciendo traducidas en una proyección en lo alto del frontispicio del escenario). Si una persona, que nunca ha visto una ópera en vivo, pudiera ver las dos horas cuarenta y cinco minutos de Don Giovanni de W. A. Mozart, rodeado de dos mil espectadores entusiastas, que van a aplaudir espontáneamente cada vez que los/as artistas consigan emocionarlos, volvería al teatro con toda seguridad. Y, una vez superada  la prueba, ver la siguiente ópera puede ser apoteósico: ahora va a esperar esos momentos de dramatismo intenso que nunca fallan porque que han sido musicados por genios como Mozart, Wagner o Verdi y que la grandeza y la sensibilidad de los/as interpretes los van a elevar a lo sublime. Ver ópera es un placer único. El nivel emocional que se puede llegar a alcanzar es insuperable. Te da un poder inmenso y es una fuente de inspiración para seguir escribiendo y creando.

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He elegido tres fragmentos filmados de dos óperas extraordinarias (Don Giovanni y La sonámbula), que puedes seguir con la traducción de la letra, para que puedas comprobar que si visualizas varias veces cada  fragmento, hasta casi memorizarlo, puedes llegar a sentir como un verdadero aficionado. El aficionado conoce muy bien las óperas y busca en cada representación que los/las intérpretes le haga revivir con más fuerza los grandes momentos que vivió en el visionado anterior. Es un ritual.

El primer fragmento pertenece a La Sonámbula de Vincenzo Bellini. El personaje de Elvino (Juan Diego Flores) descubre que Amina (Natalie Dessay), su amor, ha estado en la habitación del conde Rodolfo y cree que le ha sido infiel, pero en realidad ella es sonámbula y ha llegado hasta allí sin tener conciencia de lo que hacía. Él la rechaza, y éste es el momento:

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ELVINO

(A Amina muy conmocionado)

¡Ah! ¿Por qué no puedo odiarte,

infiel, como yo quisiera?

¡Ah! ¡Aún no consigo borrarte,

borrarte de mi corazón!

¡Que otro hombre consiga amarte

como te amó este infeliz!

Otro anhelo ¡oh traidora!

¡Ah, no temas,

no temas mi dolor!  ecc.

ALDEANOS

Cruel, antes de abandonarla,

acude al conde, habla con él,

ya que puede devolveros

a ti la paz, y a ella la honra, etc.

sí, la honra

ELVINO

¡No hay consuelo para mí!

… ¡ah! ¿Por qué no puedo odiarte, …? etc.

ALDEANOS

¡Ah, cruel, antes de abandonarla etc.

ELVINO

¡Ah! ¿Por qué no puedo odiarte… ? etc.

ALDEANOS

Él puede devolveros

a ti la paz, y a ella la honra…

ELVINO

¡Ah! ¿Por qué no puedo odiarte,

infiel, como yo quisiera

borrarte de mi corazón…?

Sí, de mi corazón.

ALDEANOS

… a ti la paz, y a ella la honra, etc.

En el segundo fragmento, Doña Elvira (Carmela Remigio) se compadece de Don Givanni a pesar de sus engaños.

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DOÑA ELVIRA

¡En qué excesos, oh dioses,

en qué crímenes

horribles y tremendos

se ha envuelto el desdichado!

¡Ah, no, ya no puede tardar

la ira del cielo, ni la justicia!

Creo oír ya la fatal saeta

precipitándose sobre su cabeza.

¡Abierto veo el abismo mortal!

¡Desgraciada Elvira!

¡Qué lucha de sentimientos

nace en tu seno!

¿Por qué estos suspiros?

¿Y estas angustias?

Me traicionó esa alma ingrata;

oh Dios, me hace infeliz.

Mas, traicionada y abandonada,

por él aún siento piedad.

Cuando siento mi tormento

el corazón me habla de venganza;

mas si atiendo al peligro

que le acecha,

mi corazón empieza a palpitar.

El tercer momento es una canción de seducción de D. Giovanni (Dimitri Hvorostovsky) a la criada de Doña Elvira.

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¡Asómate a la ventana,

oh tesoro mío!

Ven a consolar mi llanto.

Si rehusas darme

algún consuelo,

ante tus ojos quiero morir.

Tú que tienes la boca

más dulce que la miel,

tú que el azúcar llevas

en el corazón,

no seas, vida mía,

cruel conmigo.

Muéstrate al menos,

mi bello amor.

Espero haber despertado la curiosidad por esta afición tan bonita de disfrutar de la ópera. Al principio del artículo hago una relación de grandes óperas (ver en vivo o en buenas filmaciones) que pueden entusiasmar  a quien quiera iniciarse en este mundo. Suerte.

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