He sentido por primera vez en mucho tiempo que la última gala de los Goya fue una gala de cine. Se hablaba de arte, de las emociones de los artistas, de proyectos e ilusiones; sólo hubo una intervención demagógica de un actor de la película Sentimental cuyo nombre no recuerdo.  El cine español necesita el respeto que se mostró en esa gala.

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 Sin más preámbulos quiero mostrar el objeto de este artículo. Hace un tiempo escribí un artículo sobre los Goya de 2019 y la conclusión fue que las películas que analicé adolecían de falta de verdad. Algunas películas parecía que seguían un argumentario.   El artículo se titulaba LA AUTOCENSURA EN EL CINE ESPAÑOL y acababa con el texto que sigue:

Ya me imagino a los jóvenes cineastas preparando sus proyectos para el próximo año: los veo preocupados mezclando los ingredientes que creen adecuados para conseguir que los productores los acepten; los veo desperdiciando su talento.  Las oficinas de los productores me las imagino como confesionarios donde los artistas van dispuestos a renegar de sus  propuestas originales y a aceptar otras que van contra su estilo y su sensibilidad que es lo que los caracteriza como artistas. Productores: ¡Potenciad la libertad de los cineastas! Mandad a la papelera todos los proyectos que han sido forzados para que parezcan políticamente correctos y descubriréis verdaderos artistas y verdaderas obras de arte. No me imagino a Lars von Trier pidiendo perdón a los productores por una idea  loca que se le ha ocurrido. El cine es un arte, un respeto a sus artistas.

Analizaré algunas de las películas ganadoras de los Goya 2021 y me gustaría, que después del análisis, la expresión ES POSIBLE HACER CINE SIN PASAR POR EL COFESIONARIO  se convierta en una expresión de ánimo para los artistas del cine y no en la frase dolida ¿ES POSIBLE HACER CINE SIN PASAR POR EL COFESIONARIO? 

Comenzaré analizando la película LA BODA DE ROSA: La historia comienza provocando emociones primarias e infantiles hasta ablandarnos el cerebro y colarnos un me haces llorar aunque me avergüenza el porqué. Rosa, subida en sus zapillas deportivas, es alcanzada por la luz y se vuelve una mujer que se encuentra a sí misma. Ella es ahora un personaje místico que se retira a su cueva y descubre el feminismo asceta. Es tan alto el nivel de sublimación que recibe de su entorno que su mejor amigo parece que tiene que pedir perdón por haberse enamorado de ella. Quizás él piense que enamorarse puede ser una forma de acoso. La historia llega a una blandura tal, que hasta el gran actor Sergi López acabó convertido en un ser tan tierno y pusilánime que andaba como un niño, con pasitos cortos y rápidos; todo un petimetre que recordaba a Chiquito de la Calzada, con todos los respetos para Chiquito.  

La siguiente película es BABY: “El mito del eterno retorno” se queda corto en lo absurdo del planteamiento de esta historia. Voy a imaginarme el origen de la película.: año 2675, el ecosistema se ha deteriorado tanto que la especie humana está en peligro de extinción. Los humanos dejan de hablar, se comportan como los primitivos y se llegan a confundir con el resto de las especies animales (un bebé es criado en un nido de cigüeñas). La película podría ser un buen un documental de un Rodríguez de la Fuente del siglo XXVII, donde el animal a estudiar es el ser humano. Las únicas emociones las produce la belleza de los paisajes y la vida de las otras especies. Parece una obra personalísima, pero el autor sólo busca métaforas en cada plano y acaba siendo una película empalagosa.    

 

La otra película es LAS NIÑAS: Parecía que iba a ser una película coral donde las emociones nos desbordaría porque apuntaba historias interesantes. Las niñas, sus familias, la educación represiva, la época en la ocurrían los hechos, etc., y acabó siendo la historia del despertar de la primavera de una de las niñas. La única escena que me conmovió fue el momento en el que la madre, junto a la niña protagonista, reza delante de la tumba de su padre. 

ANE es la película del pan con aceite, la película estrella: El mundo es una selva y la hija de Ane sale al mundo a superar la prueba de que puede sobrevivir (rito iniciático) y su madre la espera con su pan con aceite. Las metáforas visuales pueden ayudar a entender las historias, pero el pan con aceite supera todas las marcas. Parece una historia de ficción futurista cuando todas sabemos cuándo ocurrieron los hechos y lo que pasaba y no aparece la más mínima crítica por ningún lado. La crítica al menos provocaría emociones, aunque fueran encontradas. 

NO MATARÁS me recordó Jo, qué noche,  de Scorsese. Un Jo, qué noche de pacotilla. Comienza la película con un plano secuencia del cuello de un joven en su  reducido hábitat. El cuidado de su padre moribundo y el viaje al estanco para volver a casa. Parece que retratara a alguien con alguna dificultad intelectual que vive una vida monótona y entregado a sus deberes. El padre muere y aquel ser “inocente”, y pobre en experiencia, sale al mundo perverso y corrupto y se cumple aquello de “el hombre es bueno por naturaleza y la sociedad lo corrompe”. Desde el punto de vista técnico e interpretativo me ha gustado, pero como historia es demasiado previsible. Sin emociones.

   

Puedo asegurar que me he sacrificado al máximo para ver estas películas con el máximo respeto, pero no he podido evitar que la frase “es posible hacer cine en España sin pasar por el confesionario” en lugar de ser una llamada de ánimo al cine español ha acabado en un lamento. Lo que más me duele es que no reconozco el país donde ocurren estas historias. Yo colocaría las películas en los siguientes paisajes: Corea y su cine poético (Baby), Suecia (La boda de Rosa), Argentina y su cine freudiano (Las niñas), Ucrania (No matarás), la frontera de Turquía y Kurdistán (Ane).

Seguiré amando el cine a pesar del cine español. Ahí están Scorsese, Tarantino, Woody Allen, Iñáritu, del Toro, von Trier, Aronofsky, Haneke, Terrence Malick y muchos más que se caracterizan no sólo por su talento, que también lo hay en el cine español, sino por la libertad creativa que transmiten. Sientes la fuerza de estos autores porque no sacrifican ni un plano de sus obras para contentar a los productores. Cuando lees los títulos de crédito de las películas españolas y ves los subvencionadores entiendes muchas cosas.

Ánimo, artistas del cine; algún día un programa de ordenador elegirá los proyectos con criterios no doctrinarios, ni de moda, ni políticamente correctos u otros parámetros similares; el programa pasará a utilizar criterios artísticos, la belleza, la originalidad, el pensamiento libre, la fuerza del artista.  El resultado será imprevisible, pero auténtico. Y los productores invertirán  en los proyectos mejor valorados aunque no estén de acuerdo con el tema. Invertirán en un producto potencialmente valioso y se convertirán en  administradores (perdón).