En el 2016, justo hace tres años, mi hijo Adrián y yo comenzamos esta aventura de crear un blog, bucaré producciones, para promocionar mi poesía (que ya he olvidado), el teatro (seis obras sin estrenar), mis guiones (nueve guiones de largometraje sin rodar) y ahora la novela (Contracanto, mi primera novela se acaba de editar y mi segunda novela que está en fase de reescritura). En el blog se pueden leer artículos de análisis y crítica  de teatro, cine, literatura y artículos  didácticos. En total son cuarenta y seis artículos y, ¡ay!, la promoción de mis obras no llega. Sólo puedo decir que el blog me ha servido para explorar e investigar en profundidad el mundo de la escritura y el arte en cada trabajo. Vibrar conociendo a  los grandes creadores es un estímulo para no parar de escribir (enseñar es también una forma de aprender).

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Ahora me propongo escribir una serie de artículos didácticos haciendo una transposición de recursos técnicos del teatro y del cine a la narrativa. Cuando comenzaba a dar mis primeros pasos en la escritura nunca entendía por qué me quedaba bloqueado a la primera; sufría, pero todo cambió cuando a finales de los ochenta comencé mi formación técnica: tres cursos de narrativa (Cristina Peri Rossi y otros maestros/as), tres cursos de guion (CECC),  varios  cursillos de teoría del teatro de texto en el Instituto de teatro de Barcelona y otros; entonces comprobé que dominar la técnica me ayudó a producir y disfrutar de mi vocación de escritor. Hoy me atrevo a aconsejar que con una formación básica, el/la que se inicie en la escritura puede constatar, desde las primeras líneas bien escritas (contrastadas con un lector avezado), si tiene talento y, si lo tiene, lo demás es ESCRIBIR, ESCRIBIR sin parar. 

Comenzaré este primer trabajo analizando tres conceptos básicos de guion con la intención de convertirlos en herramientas útiles para iniciarse en la escritura narrativa.

Relación de recursos técnicos del cine y transposición a la novela:

1- La realidad del/la  protagonista

En los primeros minutos de la historia mostramos la realidad del protagonista, su forma de vida, ya sea placentera o convulsa. Puede ser la vida tranquila de un empleado de oficina, la vida de Baxter en El apartamento (1960), de Billy Wilder; la vida atormentada de Travis Bicki, en Taxi Driver (1976), de Martin Scorsese, que le lleva a obsesionarse por la justicia y el orden, etc. Grosso modo, éste sería el comienzo de las películas de estructura lineal. Existen otros tipos de estructuras, pero cuando hacemos la sinopsis de cualquier película todas se reducen a una estructura lineal.

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Ahora bien, de este recurso técnico de guion, “La realidad del/la  protagonista”, qué es aprovechable para la narrativa. En la mayoría de las novelas funciona este recurso, con la ventaja de que el/la narrador/a nos puede contar los pensamientos y reacciones profundas del/la protagonista. Cuando se escribe un guion sólo se puede reflejar las acciones y los diálogos de los/as protagonistas; la atmósfera, los escenarios y la construcción de los personajes pertenecen al director que filma el guion (un guion, en su formato propio, tiene una media de noventa o cien páginas, tantas páginas como la duración de la película; éste mismo guion, en formato de novela, no alcanzaría las cuarenta páginas). Cuando comencé a escribir novela, a mediados de 2016, me di cuenta que podía crearlo todo, escenarios, acciones, atmósfera, pensamientos, personajes, fue un explosión. Fue como filmar mi propio guion. Primero hice una prueba de narrativa escribiendo un cuento, Mike Mentzer, en tres capítulos, que aparece en este blog, y, a partir de ahí, ya no he podido dejar de escribir novela; siete días a la semana, seis o siete horas diarias. Sin dejar de perfilar el estilo y la técnica narrativa. Empecé escribiendo como si filmara una película y ahora estoy en la construcción compleja del universo de los personajes  llegando donde nunca hubiese podido  llegar con la escritura de un guion.

        

2- Incidente inductor o arranque de una historia

Una vez creada la realidad del personaje llega un momento en el que esta realidad se ve alterada por un acontecimiento. Este acontecimiento es el incidente inductor. El arranque de la historia.

Hay tres tipos de incidentes básicos:

Incidente inductor explosivo, es cuando hay un antes y un después de ese hecho: una nota de chantaje, el secuestro de un hijo, el encuentro con la chica de la que se enamora Carol en unos grandes almacenes (Carol, 2015, de Todd Haynes), etc.

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Otro tipo de incidente sería el implícito, el caso de Brick, en La gata sobre el tejado de zinc (1958), de Richard Brooks. Brick se abandona al alcohol y sabemos que algo debió llevarle a ese estado autodestructivo. El lector acabará sabiendo ese motivo, es como si la historia empezara en el segundo acto.

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También el incidente inductor puede ser de situación, una persona se va hartando de su forma de vida y un día decide romper con todo, como en Un día de furia (1993), de Joel Schumacher; el personaje Bill Foster (Michael Douglas) tiene una vida anodina y llena de frustraciones y un día, en un atasco, se baja del coche, y se rebela contra el mundo violentamente.

Cuando se altera la realidad del personaje, sea cuál sea (un asesino puede enamorarse de la  víctima a la que tiene que matar y ahí arrancaría la historia), se altera su “equilibrio” y el resto de la historia trata de la vuelta a su estado natural enfrentándose a unas fuerzas antagónicas o a un/a antagonista para conseguirlo. Las historias avanzan a través del conflicto que les ha generado el incidente inductor al/la protagonista.

En la novela este recurso es perfectamente válido.

3- La estructura

La estructura es la organización temporal de los hechos de una historia.

El género y el tono son muy importantes porque influyen en la elección de los hechos. Una misma tragedia la podemos convertir en épica o lacrimógena según el tono. En la película Ladybird, Ladybird (1994), de Ken Loach, trata de un drama social y cuenta cómo una madre deja solos a sus hijos para salir de copas y los servicios sociales se los quiere quitar. Ken Loach, cuyo estilo es la crítica social, convierte al personaje de Maggie, la madre, en una heroína por luchar contra la “tiranía” del estado protector. Esta historia pudo ser un melodrama si el autor, por ejemplo, cree que es un deber del estado proteger a los menores.

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La estructura, ya sea para contar lo que nos pasó ayer o para una historia de noventa páginas,  siempre tiene tres actos: planteamiento, nudo y desenlace. Ahora bien, los tres actos los podemos mostrar de una manera lineal, o sea, cronológicamente, o rompiendo la línea de tiempo mostrando momentos de los distintos actos en un orden que el autor cree necesario para la mejor comprensión de la historia, como en Pulp fiction (1994), de Tarantino; pero si colocamos esos fragmentos en orden cronológico podemos ver perfectamente los tres actos. Es la estructura clásica. Hay películas de estructura clásica que empiezan en el clímax del segundo acto, como Carol (2015), de Todd Haynes, luego sigue un flashback del primero y segundo acto, para volver al tercer acto. También hay estructura con protagonista coral como La estrategia del caracol (1993), de Sergio Cabrera, colombiano. Un grupo de vecinos va a ser desahuciados de un edificio, propiedad de un millonario sin escrúpulos, y a los vecinos se les ocurre llevarse clandestinamente todo el interior del edificio y reconstruirlo en otro lugar. También tenemos la estructura especular, el cine dentro del cine, como La noche americana, de François Truffaut; o el teatro dentro del cine como Vania en la calle 42, de Louis Malle. También está la estructura minimalista, como Ensayo de orquesta (1979), de Fellini, se caracteriza porque tiene también tres actos, un/a protagonista, e imita la vida misma, donde los hechos no tienen una progresión, parece que todo es espontáneo, como un documental, esa es la diferencia con cualquier otra estructura.

Este tipo de estructuras no son propias de las películas, muchos géneros de novela las utilizan. Se puede leer Rayuela (1963), de Cortázar, en el orden que el lector crea. Lo que si es propio de la novela es la flexibilidad de la estructura; el lector puede disfrutar de la descripción de una visita a un museo sin que la active un incidente inductor.  Pero para empezar sería aconsejable seguir las pautas más sencillas para descubrir el talento y luego ya vendrá el estilo y la originalidad.

Continuaré con más artículos didácticos (intercalados con artículos de análisis y crítica literaria). Los siguientes conceptos a tratar serán: Tipos de conflictos. Antagonistas y fuerzas antagónicas y Subtramas.